Otra Historia Huertera de: ¿por que una huerta en la escuela?
La huerta nació allá por fines del 2008, o por lo menos la intención de formarla, y todos los pasos previos necesarios que hubo que dar para conseguir permisos, papeles, reuniones, etc. En el 2009 la huerta se hizo físicamente visible, a partir del trabajo que implicaba recuperar un espacio abandonado por la escuela, y cuya funcionalidad era ser el basurero de la obra que se estaba (y sigue ) dando en el Acosta. Se comenzó articulando con el PEUHEC( Programa de extensión universitaria en huertas escolares y comunitarias- Facultad de Agronomía), quienes venían todos los sábados para asesorarnos y acompañarnos en este crecimiento. Se trataba de aprender a medida que se construía y se pensaba en un proyecto que pudiera abarcar algo más, que pudiera extenderse y abrirse a todos los niveles de la institución, una huerta pensada desde el centro de estudiantes pero con la intención de que todos podamos darle forma a este proyecto. Por eso también comenzamos a articular con primaria, dando talleres de huerta en 2do grado, realizando jornadas los sábados, a las cuales también se invitaba a las familias. Y la huerta creció, y la huerta sigue creciendo. Y también crecemos nosotros, como docentes, ya que a partir de este espacio, pudimos dar debates sobre nuestra formación, sobre los objetivos de una huerta en la escuela, y de esta forma fuimos comprendiendo el alcance que realmente tenía un proyecto como éste. Una huerta en la escuela rompe con muchas estructuras, esas mismas estructuras a las cuales vivimos criticando en nuestras cursadas cuando pensamos en cómo eran y a veces siguen siendo las escuelas, la vida en el aula. La huerta ya nos brinda otro contexto. Y no es sólo el espacio físico el que cambia, sino también la forma en la que se piensa y se da el trabajo allí, donde docentes y estudiantes tienen que crear colectivamente en pos del crecimiento de este espacio, donde se aprende a medida que se crea, y el proceso es verdadero, con raíces, hojas y frutos. El proceso de aprendizaje se cosecha día a día. Un trabajo que si no es de forma cooperativa no florece, que si no fomenta el compromiso, se seca. Y es un proyecto que genera tanto entusiasmo, que da lugar a muchos otros aprendizajes. Porque no sólo nos quedamos en las ciencias naturales, sino que también, aprendemos a escribir, para saber qué cosas plantamos, cuáles son los pasos a seguir; desde ahí conocemos leyendas que tienen que ver con la agricultura de pueblos originarios; desde ahí comprendemos cómo organizarnos el espacio, qué cantidades tenemos que usar de cada cosa; desde la huerta se piensa en el reciclaje, en cómo podemos volver a usar nuestros desechos para formar por ejemplo un compost; pensamos en el medio ambiente, en cómo contamina el hombre, y cómo más allá de eso hay espacios que siguen dando vida, y aprendiendo de eso. Desde lahuerta pensamos en una alimentación más sana y sustentable, pero que no es conveniente para este sistema. Entonces se piensa en la posibilidad. La posibilidad de crear estos espacios y estas experiencias, de expandirlas y hacerlas llegar a más escuelas, a las familias. Porque un proyecto que empieza y termina en un espacio físico, es volver al aula, y dejarlo en anécdota. Las experiencias tienen que plantarse en nuevos lugares, y en nuevas conciencias. Desde la comisión creemos que esta formación es una experiencia que no muchas veces se tiene, y que hay que aprovecharla. La huerta del centro sigue resistiendo, porque como proyecto transformador también muchas veces se ve obstaculizado por diferentes motivos y actores. Pero esa resistencia se sigue dando con nuevas cosechas, nuevos desafíos.
Sumakc Huayra, que quiere decir, buenos vientos.